De vuelta a la terraza Petroni, que es la entrada a los senderos del parque fluvial, incluidas rutas en canoa y kayak para los aficionados, continuamos hasta nuestra siguiente parada en la poderosa ribera. La obra puede pasar desapercibida para la mayoría, ocupada en admirar las hileras de álamos y pequeños bosques naturales a un lado, los sauces a lo largo del río donde anidan garcetas, garzas y patos silvestres, el estampado de villas y pequeñas iglesias parroquiales en las colinas.
A diferencia de otras ciudades, el centro de Lucca se ha desarrollado a cierta distancia del río Serchio. Los terraplenes son una gran obra del siglo XIX del arquitecto Nottolini, construidos precisamente para reforzar la defensa de la ciudad contra la exuberancia del río. El curso del Serchio por el lado norte, en cambio, es obra del obispo San Frediano (siglo V).
El curso del río en el lado norte de la ciudad, donde nos encontramos ahora, fue trazado por el obispo Frediano en el siglo V. Los diques fueron construidos por el arquitecto Nottolini en el siglo XVIII. Gracias a él, podemos disfrutar de esta ruta panorámica a lo largo de un tramo de la Vía Francígena, cruzando un moderno puente peatonal-ciclista que puede ser una oportunidad para tomar hermosas fotos del Serchio y las colinas o para hacer una breve parada en el lecho del río.
Permaneciendo en la orilla izquierda, llegamos a Ponte San Pietro, donde se cierra el anillo del parque fluvial. Aquí se puede parar en el caserío Urbana degli Albogatti o continuar por la orilla del río. Nos acercamos a la angostura de Ripafratta, en la frontera entre Pisa y Lucca, antaño animado teatro de enfrentamientos y reyertas, como atestiguan las dos fortalezas, Nozzano (lucchese, a nuestra derecha) y Ripafratta (pisana, a la izquierda), una frente a otra.