transgresiones diarias de las prohibiciones del Gobierno
Una vez descubiertas las Murallas, los habitantes de Lucca las apreciaron no sólo como elemento militar para la defensa de la ciudad sino, sobre todo, como un nuevo espacio para sus vidas, utilizándolas muy a menudo para fines que el Gobierno no aprobaba. De ahí el constante recurso a leyes y reglamentos que, como la "grida" de Manzoni, no daban resultados.
Durante siglos, en las estaciones frías, los pobres de la ciudad solían ingeniárselas para robar leña caída e incluso cortar ramas de los árboles por la noche. En verano, para escapar del calor, muchos iban a las Murallas y las mujeres, haciendo caso omiso de las prohibiciones, tendían cuerdas entre los árboles de la escarpa interior para tender la ropa.
Incluso los soldados que custodiaban las Murallas habían convertido torreones y baluartes en huertos donde cultivaban hortalizas.
En el exterior, a lo largo del foso, se empapaba el lino, con lo que se "estropeaba" el agua. En la zona de la "tagliata", de vital importancia para la defensa de la ciudad, la supervisión cada vez más frecuente del Gobierno reveló setos muy altos, parrales llenos de uvas y, después, moreras, nogales, higueras y álamos. Caballos, ovejas, mulas pastaban en los espaltos cubiertos de hierba y a lo largo del foso y los cerdos remaban, indiferentes a la vigilancia de los soldados.