Hacia finales del siglo XIX, en correspondencia con el desarrollo del suburbio de Sant'Anna, se abrió un debate sobre cómo debía realizarse su conexión con la ciudad. Descartada la hipótesis de una prolongación de la puerta de San Donato, en 1905 la Administración Municipal decidió proceder a una considerable brecha en las Murallas que interrumpiría por primera vez su continuidad.
Al conocer el proyecto, surgió una fuerte reacción negativa. Se formó un Comité que lanzó un llamamiento a los hombres de cultura de toda Italia. Los poetas Giosuè Carducci, Giovanni Pascoli y Gabriele D'Annunzio fueron los primeros en enviar su apoyo, al igual que Giacomo Puccini, que lo consideró “un verdadero ultraje a nuestras hermosas Murallas” y envió este telegrama: “Uno mi voz, que clama por el respeto del monumento antiguo, a la protesta contra la desgracia que se está infligiendo a la corona verde que rodea nuestra Lucca”.
Abrumado por esta oleada de críticas, se evitó la ruptura y se modificó el proyecto, tomando la forma de la puerta de Sant'Anna que aún vemos hoy.